martes, 23 de agosto de 2011

LA CERVEZA Y EL CRISTIANISMO


Por: Javier “Sunshine II” Sánchez

La Ultima Cena
            No es la primera vez que me meto a relacionar la cerveza con las religiones del mundo y particularmente con el cristianismo y seguramente no será la última. Los lectores asiduos a esta columna conocen mi proclividad a creer en las teorías que afirman que si Cristo tomó algo en la última cena fue cerveza, y que fue cerveza la que tomaron los invitados a las bodas de Caná.
            En las diferentes mitologías del mundo la cerveza aparece frecuentemente relacionada con sus divinidades, sobre todo en las regiones del norte de Europa aunque también lo vemos en culturas mucho más recientes como los Aztecas.
            Aunque en las primeras traducciones de la biblia los antiguos griegos trataron de desaparecer todo vestigio de la existencia de la cerveza substituyéndola por el vino, bebida que consideraban mucho más adecuada a la figura de Jesús, permanecen vestigios importantes. La civilización descrita en los tiempos bíblicos se nos presenta como una cultura apegada al consumo de vino. Resulta interesante anotar que Jesús nació dentro de una cultura eminentemente cervecera, la bebida de uso común en tierra santa era la cerveza y la bebida de mayor intercambio comercial entre Egipto y las diferentes regiones circundantes era precisamente la cerveza.
            Los antiguos griegos además de considerar que la cerveza era inapropiada para un líder tan importante como Jesús, esparcieron la creencia de que era la causa directa de la propagación de la lepra, sin embargo eso afectó poco el interés de los antiguos mediterráneos quienes siguieron consumiéndola en grandes volúmenes y, en algunos casos dándoles usos alternos como, por ejemplo, el de suavizante para pulir el marfil con el que se fabricaba joyería.
Cervezas Trapenses
            A medida que el cristianismo se esparcía por Europa y después por el mundo entero, la cerveza era utilizada frecuentemente en las misas durante la consagración como substituto del vino. Alrededor del año 690 el Papa Gregorio I cambió la fecha del nacimiento de Cristo de octubre al 25 de diciembre por sugerencia de los misioneros que intentaban evangelizar a las tribus germánicas, que en esa fecha celebraban el solsticio de invierno y a quienes se convertían al cristianismo regalándoles cerveza.
            En el nuevo mundo los españoles - cristianos a ultranza- se encargaron de establecer cervecerías en los diferentes países que conquistaban. Recordemos que la primer cervecería de América fue establecida en la ciudad de México en el año de 1540, apenas unos años después de la caída de la gran Tenochtitlan. La fusión de culturas que brutalmente fue substituyendo las religiones locales por el cristianismo dio lugar a que los misioneros, en su intento por evangelizar a los autóctonos, solían substituir al vino por cerveza en sus pláticas con las tribus locales. Se han descubierto en Lima y Cuzo, Perú, pinturas de la última cena elaboradas en el siglo XVII donde se muestra a Jesús ofreciendo a sus discípulos no pan y vino, sino Chicha (la cerveza local de los indígenas) y Cuy (puerco rostizado). Este tipo de pinturas reflejan los esfuerzos de los evangelizadores de crear lazos mediante la utilización de elementos que resultaran familiares a los habitantes de la región.
Santa Brígida
            El cristianismo cuenta con un buen número de santos  que se asocian con la cerveza y el consumo de la misma. Antiguas historias europeas nos platican historias de santos que usaban la cerveza con diferentes fines, como por ejemplo Santa Brígida que dicen bañaba a los leprosos con cerveza para curarlos.
             No me queda todavía muy claro si la cerveza ha contado siempre con la venia de la institución eclesiástica. Durante la segunda mitad del siglo XIX y las primeras décadas del siglo XX fueron editados por clérigos de todo el mundo  muchos volúmenes  que trataban de dilucidar si tomar cerveza era adecuado para las almas cristianas. Esta ha sido una disputa que durante siglos ha sido tema de intensos debates.  Lo que sí queda claro es que el gran apego a la cerveza de los monjes y cofrades cristianos durante la edad media fue definitivo en la divulgación de esta bebida entre los habitantes de Europa.


            En la actualidad la cerveza fabricada por monjes, como es el caso de las cervezas Trapenses, son de las más apreciadas en el mundo. Con la misma suerte corren las cervezas de Abadía que se fabrican con base en recetas desarrolladas en conventos y abadías europeos. Todas ellas representan una industria millonaria que mantiene viva la estrecha relación entre la iglesia católica y la cerveza. No olvidemos que incluso el Papa tiene su cerveza oficial: la Papst-Bier en cuya etiqueta aparece la foto del mismísimo Papa Bendicto XVI y un dibujo de su casa natal.
Y tu…¿Qué cerveza nueva probaste esta semana? Explora, diviértete, piérdete en la diversidad. Busca más allá de la tienda de la esquina.
Paz para todos.

Comentarios: javier@elsume.com

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