Por: Javier “Sunshine II” Sánchez
¿Qué seríamos sin los sentidos? Seguramente seríamos un bulto orgánico sin interacción alguna con el entorno a merced de los elementos. O seríamos – parafraseando a Silvio Rodríguez – “una maza….un amasijo de cuerdas y tendones, un revoltijo de carne con madera”. No seríamos humanos, eso es seguro. Nuestros sentidos nos proporcionan todas las herramientas necesarias para sobrevivir en este planeta y – en mejor de los casos – disfrutar de todo lo que hay en él.
Mapa Antiguo de la Lengua |
Desde la primaria nos enseñan que la vista, el olfato, el oído y el tacto son nuestros canales de comunicación con el exterior. Todo lo que hemos aprendido a lo largo de nuestra vida entró a nuestro cerebro a través de alguno de estos canales. Todo.
Los placeres más hedonistas, donde yo ubico el hecho de tomar cerveza, dependen totalmente de nuestra capacidad de percibir lo que está a nuestro alrededor, el contactarnos con las cosas, con las personas o con los animales. Esos cuatro sentidos trabajan sin parar durante toda nuestra vida. Vamos dedicándoles un poco de atención.
Mapa Actual de la Lengua |
El sentido del gusto se concentra en la lengua que con sus más de 10,000 papilas gustativas capaces de distinguir seis sabores que son: dulce, amargo, ácido, salado, umami y grasoso. Estos últimos dos apenas incluídos como sabores en el año 2000 y en el 2005 respectivamente. La cerveza le da trabajo prácticamente a todos menos al grasoso, ya que es un producto eminentemente libre de grasas. La lengua juega un papel importantísimo en la degustación de los lúpulos, las maltas, el alcohol en incluso el agua de una cerveza. Por supuestos que sin estar acompañado del sentido del olfato esta experiencia no sería posible
El Olfato nos lleva a disfrutar de los aromas. A diferencia del gusto que detecta químicos disueltos en agua, el olfato detecta moléculas transportadas por aire. Es un complejo sistema que cuenta con cerca de 9,000,000 de neuronas olfativas entre la parte frontal de la nariz y la parte trasera de la garganta que nos permiten captar cerca de 10,000 aromas diferentes. Curiosamente los humanos también contamos con neuronas llamadas retro nasales, ubicadas en los tejidos blandos detrás de la garganta, que nos dan otra perspectiva de los aromas, de hecho nos dan una curiosa mezcla entre sabor y aroma. Este conjunto de neuronas son las responsables de detectar el “retrogusto (OK, es un pequeño eructo, pero muy útil en determinadas circunstancias)” en la cerveza, en el vino y en miles de alimentos y otras bebidas.
La vista es fundamental porque nos prepara con antelación sobre lo que vamos a ingerir. La vista hace apetecible una cerveza o cualquier otro alimento aun antes de probarlo. Nos habla de su color, su transparencia, su cuerpo, incluso nos adelanta un poco su temperatura y hasta su sabor y olor. Desde que se inventó el estilo Pilsner, primera cerveza transparente y dorada, la vista ha tenido mayor participación en la degustación de una cerveza, al grado de que en los concursos cerveceros este factor es calificado rigurosamente.
El tacto probablemente tiene poca influencia en el placer de tomarse una cerveza, sin embargo no podemos negar que durante un caluroso día de verano cuando nuestra mano coge un tarro helado la piel se nos eriza y seguramente hasta nos hace sonreir y suspirar ¿No es cierto?
Los sentidos trabajando en conjunto hacen de nuestros placeres una experiencia completa e inolvidable. Todos ellos trabajando sin parar se complementan aportando cada uno de ellos la parte que le toca. Tomar una cerveza, aunque aparenta ser una acción simple, es de una complejidad impresionante que pocas veces nos detenemos a analizar.
¿Tu qué cerveza nueva probaste esta semana? Explora, diviértete, piérdete en la diversidad. Busca más allá de la tienda de la esquina.
Comentarios: sunshine@elsume.com