Por: Javier Sánchez Valenzuela "El Cerveciafilo"
Gottfried Krueger |
Después del invento de la rueda posiblemente lo más trascendente para
la humanidad entera fue inventar en qué envasar la cerveza. Si no se hubiera
ideado esa solución, todavía tendríamos que ir a la fabrica de cerveza más
cercana con nuestro “pichel” para que nos lo llenaran. No quiero ni imaginarme
en esa situación.
Sin embargo para fortuna de todos
nosotros, no faltó algún imaginativo emprendedor que se puso buscar la forma de
hacerle llegar el preciado líquido a todo aquel que lo solicitara. Así surge la
botella, burda, rústica, poco higiénica, impráctica, seguramente de cerámica y
tapada con un trapo…después con cera, con un pedazo de madera o con un corcho. Poco a poco las técnicas se mejoran y con la
revolución industrial del siglo XIX llegan las máquinas a hacer de las suyas.
Se inventa la refrigeración y con ella la posibilidad de guardar la cerveza más
tiempo del que antes podían imaginar e incluso transportarla. Era cuestión de
tiempo que surgiera uno de los envases más populares del siglo pasado que llevó
a la industria cervecera, y a muchas otras industrias, a alturas insospechadas. Me refiero a “el
bote”, que este año cumple 78 años de haberse inventado.
Antes de la invención del bote, o lata,
la cerveza se vendía en botellas
retornables que tenían que ser rellenadas, lo
que impedía que se vendieran muy lejos de la fábrica productora. Sin embargo
con el bote las cosas cambiaron radicalmente, ya que fue el primer envase
“no-retornable” que se lanzó al mercado.
Esta simple condición de deshechabilidad revolucionó la industria de la
cerveza. La aciaga mañana del 24 de enero de 1935 llegó a los mercados de
Estados Unidos la primer cerveza en bote, para finales de ese mismo año se
habían vendido 200 millones. Para 1936 la lata se comercializó en Europa y casi
de inmediato 23 cervecerías del Reino Unido ofrecieron su producto en este
práctico empaque.
En aquel momento la lata era muy
diferente a la que conocemos actualmente. Para empezar tenía “cuello” tratando
de emular a una botella. Estaban fabricadas de hojalata, pesaban 100 gramos,
contenían .33 litros. y se cerraban con una tapa tipo corona.
MILLONES DE LATAS CERVECERAS EN EL MUNDO |
El diseño que actualmente conocemos
tardó muchos años en desarrollarse. Todavía muchos de los que están leyendo
este artículo recordarán las latas de hojalata soldadas con plomo y que
requería de un destapador. Fue hasta 1963 cuando al Sr. Ermal Fraze se le
ocurrió inventar la tapa con una argolla integrada que permitía jalarla hasta
arrancarla dejando un orificio abierto por el que salía la cerveza. Además las
latas ahora son en su mayoría de aluminio, lo que les da un peso de menos de 25
gramos y la argolla no se separa de la lata sino que queda pegada en ella.
Existen avances cada vez más asombrosos, como por ejemplo la integración de
capas protectoras interiores que aíslan totalmente al líquido del aluminio para
proteger el sabor, o cápsulas de CO2 que al momento de abrir el bote lo liberan
para darle un sabor como recién salida del barril. Actualmente el bote es
responsable del 30% de las ventas cervezas del mundo.
Quienes tomamos cerveza viviremos
eternamente agradecidos a ese joven inmigrante alemán llamado Gottfried Krueger
que a los 16 años se avecinó en Newark, New Jersey y fundó, al cumplir los 26,
su propia cervecería. El espíritu emprendedor y la inventiva del señor Krueger
revolucionaron la industria cervecera como muy pocas personas lo han hecho. Así
que lo menos que merece Gottfried es que brindemos por él, dondequiera que se
encuentre.
¿Tu qué cerveza nueva probaste esta semana?
Recuerden que el mundo de la cerveza no
termina en la tienda de la esquina. Explora, diviértete, piérdete en la
diversidad. Busca más allá de la tienda de la esquina.
Paz y trabajo para todos.
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