No
pretendo dedicar este espacio a los complejos sistemas de distribución que los
fabricantes actuales manejan, pero sí al medio de transporte que en su momento
detonó el crecimiento de la industria cervecera en diversas partes del mundo:
el ferrocarril.
En el
siglo XIX las redes ferroviarias empezaron a desparramarse por los valles,
montañas, desiertos y bosques de todos los países en Europa, Asia y América
principalmente, permitiendo que todo tipo de bienes pudieran ser transportados
a lugares antes inalcanzables. El uso de los vagones de tren fue una evolución
natural de las carretas y los cucharones utilizados en la minas que
transportaban el producto hasta ríos y puertos que donde se embarcaban. El
desarrollo del transporte sobre rieles empezó gracias al ingeniero Richard
Trevithick, quien en el año 1802 empezó a experimentar su nuevo invento: el motor
de vapor. Este revolucionario motor, sin
embargo, no desplazó inmediatamente a las carretas jaladas por caballos por lo
menos durante los 20 años siguientes.
En
Inglaterra la expansión del ferrocarril impactó directamente en el crecimiento
de la industria en general, pero particularmente a la industria cervecera que
ahora era capaz de producir y enviar su producto a donde quisiera, provocando
con esto que los Pubs cundieran y se establecieran en cada esquina. Este
crecimiento se dio sobre todo entre los años 1840 y 1870.
Antes,
cuando la cerveza se transportaba en carretas jaladas por caballos, no podía
ser llevada sin dañarla más allá de 15 ó 20 millas del lugar donde se había
fabricado, manteniendo bajos los volúmenes de producción de las fábricas. Ya se
han de imaginar que con tanto bache en los caminos de tierra los barriles se
batían llegando incluso a explotar. El ferrocarril terminó con todo eso
iniciando una época dorada en la industria cervecera de ese país. Para darles
una idea del crecimiento experimentado, las cervecería Bass en Burton-Trent que
en 1837 fabricaba 10,000 barriles año, diez años después gracias al ferrocarril
incrementó su producción a 60,000 barriles.
En Estados Unidos la historia no fue
muy diferente, siendo los
inmigrantes cerveceros alemanes quienes sacaron mayor
provecho ya que en lugar de restringirse a instalar sus cervecerías en la costa
atlántica, movieron sus fábricas a tierras centrales para hacer más corto el
trayecto del ferrocarril hacia cualquier punto del país, con la ventaja
adicional de que es ahí donde se producen prácticamente todos los granos
necesarios para fabricar sus marcas. Fue así que ciudades como Cincinnati, San
Luis y Milwaukee se convirtieron en las “Beer Cities” por excelencia en Estados
Unidos, manteniendo este estatus hasta la fecha.
En
México la historia se repitió una vez más algunos años después. Enviar cerveza
desde Monterrey u Orizaba en Veracruz hacia cualquier parte del país dejó de
ser un imposible. El ferrocarril potenció el crecimiento de lo que hoy
conocemos como los dos grandes productores: Cervecería Modelo y
Cuauhtémoc-Moctezuma.
Incluso
en Baja California, ya en el siglo XX, el ferrocarril fue parte esencial del
tremendo éxito de la primer gran industria de este Estado, permitiendo
transportar Cerveza Mexicali a otros puntos del país, principalmente del
noroeste de México y al sur oeste de los Estados Unidos.
Quizá
ahora el ferrocarril no nos resulte tan glamoroso como antes, sin embargo es
imposible negarle la gran importancia que tuvo sobre todo a lo largo del siglo
XX en el proceso de expansión de la industria cervecera en México. Sin este medio de transporte nada sería
igual.
Agarro
mi tren y me voy, esperando que la vida les sea leve al igual que su próxima
cerveza.
¿Tu qué cerveza nueva probaste esta semana?
Recuerden que el mundo de la cerveza no
termina en la tienda de la esquina. Explora, diviértete, piérdete en la
diversidad. Busca más allá de la tienda de la esquina.
Paz y trabajo para todos.
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