Por: Javier “Sunshine II” Sánchez
Según la leyenda, Flandrine fue la culpable de todo.
Su singular belleza fue la causa de que en el pequeño pueblo de Fresnes, un
joven aprendiz de artesano llamado Juan Primus y apodado Gambrinus pensara en
quitarse la vida ante la reiterada negativa de la doncella de darle su amor. Un
mal día cuando ya no soportó más su angustia, el joven corrió hacia el bosque
con el fin de acabar con su miserable existencia. Mientras buscaba la mejor
forma de hacerlo se le apareció el mismísimo diablo para hacerle una oferta que
no podía rehusar. Como siempre sucede en estos casos, lo único que pedía a
cambio era el alma del angustiado muchacho que, desesperado, accede de
inmediato. El plan era muy convincente:
el diablo le daría al joven un don que le haría ganar el amor de Flandrine y si
con ese nuevo don no lograba atraerla, entonces le enseñaría cómo olvidar su
pena. Utilizando sus oscuros poderes, satán otorgó al joven gran suerte en los
juegos de azar, lo que lo convirtió en un hombre muy rico…y Flandrine como si
nada. Después lo convierte en un excelso bailarín y músico de un instrumento
llamado Carrillón cuya música nadie resistía sin ponerse a bailar pensando que
de esa forma lograría atraer a su musa….pero una vez más no sucedió nada. Por
más que el joven bailaba y tocaba…tocaba y bailaba, Flandrine con desdén lo
evadía. El diablo entonces tuvo que echar mano de la segunda parte de su
promesa, que consistía en enseñarle a olvidar su pena. Para tal efecto le
enseñó a fabricar un amargo brebaje hecho de cebada, levadura y lúpulo, le
enseñó a hacer cerveza. Poco después Gambrinus organizó una gran fiesta en la
que dio de beber cerveza a todo el pueblo, descubriendo que mientras más bebían
más dulce sabía.
La
bebida se hizo famosa y dio gran prestigio a Gambrinus más allá de los linderos
del pueblo, al grado de que el Rey le ofrece nombrarlo Duque, Señor o Conde.
Gambrinus declina este ofrecimiento y prefiere quedarse con el título que el
mismo pueblo le había dado: Rey de la Cerveza.
Ante este nuevo estus de fama, fortuna y prestigio la
antes evasiva Flandrine se acerca a Gambrinus queriendo finalmente hablarle,
sin embargo éste al verla no la reconoce y solamente le ofrece un tarro de
cerveza. La había olvidado completamente. Desde entonces el joven fue feliz al
olvidarse de la esquiva doncella que había estado a punto de acabar con su
vida.
Pero aquí no termina la historia. Al poco tiempo
aparece de nuevo el diablo reclamando su parte del trato, es decir, su
alma. Hábilmente Gambrinus le pide a
Satanás un ultimo deseo antes de irse con él: que le permita tocar por última
vez su Carrillón, y el diablo cae en la trampa, ya que una vez que empezó a
oírse el sonido del instrumento el diablo comenzó a bailar y bailar y bailar
sin poder parar a merced del mismo don que le había otorgado a cambio de su
alma. Desesperado, el señor de las
tinieblas suplica a Gambrinus que deje de tocar, pero éste pide una condición
para hacerlo: rescindir el pacto que habían hecho. De esta manera el diablo
huye derrotado y Gambrinus queda libre,
rico y feliz. Algunos textos dicen que vivió 300 años bailando y tomando
cerveza.
LA CERVEZA CHECHA GAMBRINUS |
Cuántos
de nosotros no hubiéramos querido terminar de esta forma nuestras decepciones
amorosas ¿no les parece? Cuántas veces con el fin de olvidarnos de la “ingrata
pérjida” hubiéramos querido recurrir a tratos similares.
A
partir de esta leyenda, Gambrinus ha seguido creciendo en popularidad.
Actualmente su imagen aparece en infinidad de etiquetas de cervezas de todo el
mundo estatuas paganas y es tema de cuentos y canciones.
Y
tu…¿Qué cerveza nueva probaste esta semana? Explora, diviértete,
piérdete en la diversidad. Busca más allá de la tienda de la esquina. Paz para
todos.
Comentarios: javier@elsume.com
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